Tucson, Arizona – Con altas temperaturas en el día y frío por la noche, 43 personas caminaron durante siete días entre el silencio del peligroso Desierto de Sonora para recordar al sinnúmero de migrantes que han perdido la vida en esa zona.
“Lo hago para ser testigo, para alzar la voz, para llamar la atención al hecho de que han muerto miles de personas cruzando la frontera”, dijo Jamie Wilson, quien era parte del grupo.
Un grupo de personas se reúne cada año en mayo para realizar la caminata desde Sásabe, Sonora, México, hasta Tucson, Arizona, cruzando una distancia de 75 millas (120 kilómetros). En el 2025 se cumplieron 22 años de que se realiza la llamada Caminata Migrante, o The Migrant Trail.
Este año se llevó a cabo desde el lunes 26 de mayo al domingo 1 de junio, dio a conocer Saulo Padilla, uno de los organizadores del recorrido.

Activists participate in The Migrant Trail from May 26 to June 1 across the Sonoran Desert.
El Desierto de Sonora abarca 120,000 millas cuadradas (310,798 kilómetros cuadrados) del sureste de California y suroeste de Arizona en Estados Unidos al noroeste de Sonora y gran parte de Baja California en México.
Desde mayo del 2024 a mayo del 2025 se han encontrado los restos de 154 migrantes en esa zona, dijo Padilla citando datos de Fronteras Compasivas. Padilla es coordinador del programa de educación migratoria del Comité Central Menonita.
Wilson viajó de Nuevo México a Tucson para participar en la caminata. Ella ha caminado por 11 años y se ha comprometido a caminar cada año como acto de protesta hasta que terminen las muertes de migrantes en el desierto y en toda la frontera, dijo.
“Yo quisiera que toda la gente que quisiera venir, que están escapando de situaciones difíciles tuvieran el mismo derecho de entrar por aquí con libertad, obviamente con un proceso legal, pero por un proceso humano”, comentó.
Sugirió que lo que se ha hecho en los últimos 30 años ha sido militarizar la frontera para bloquear a la gente, pero eso no hace nada para enfrentar las razones por las que la gente viene a Estados Unidos.
En apoyo de vidas migrantes
El grupo camina por el desierto donde en el día hace mucho calor y por la noche frío, donde es común encontrar a migrantes deshidratados, lastimados al caer de barrancos. A los que mejor les va resultan con ampollas en los pies, como le pasó a varios de los miembros del grupo que hizo la caminata, entre ellos a Padilla.
A diferencia de los migrantes que navegan el desierto, el grupo llevaba logística, en un vehículo llevaban comida, con una pick up jalaban un remolque donde iban las maletas de todos y con otro carro jalaron dos baños portátiles —nada parecido a la realidad de un migrante cruzando a pie.
El grupo caminaba durante el día empezando en la madrugada, cada cierto tiempo había un descanso y cada día tenían un campamento para dormir.
Lourdes González, del albergue Casa Clínica Lulú, un albergue para migrantes ubicado en Reynosa, Tamaulipas, México, también participó en la caminata por primera vez.
Activists trek Sonoran Desert in honor of fallen migrants
Dozens of activists trekked from Sasabe, Sonora, Mexico to Tucson, Arizona, paying homage to the thousands of immigrants that have died on their way to the U.S. and calling for change.
Lo hizo para llamar atención a las muertes que ocurren en el desierto y hacer un llamado a legisladores de pasar leyes que realmente ayuden a los migrantes porque muchas de las veces no saben la historia de cada uno de ellos.
Abraham Díaz, también parte del Comité Central Menonita, viajó de McAllen, Texas, para participar en la caminata por tercera ocasión. Manifestó que las razones por las que la gente está muriendo en el desierto es porque existen pocas formas legales de inmigrar, entonces se tiene que abrir la puerta para disminuir este tipo de muertes.
Agregó que hay cientos de personas esperando en la frontera para entrar de forma legal, pero no se les está dando la oportunidad que merecen, son personas que están huyendo, que son vulnerables y merecen esa oportunidad.
‘Desconocido, presente’
El quinto día de la caminata, el viernes, se registró una temperatura de 100 grados farenheit. El grupo caminaba por la carretera 286 que lleva de Sásabe a Three Points, un área designada por el Censo al suroeste de Tucson. Iban en fila, cargando cruces, algunas con nombres de migrantes que fallecieron en el desierto y algunas otras con la palabra desconocido. Portaban sombreros o paraguas, con termo en mano y algunos con mochila al hombro.
Al llegar a Three Points, siguieron su camino por Ajo Way durante dos millas aproximadamente hasta llegar a una iglesia donde descansaron y pasaron la noche.
Mientras el grupo entraba a la iglesia, se hizo un pase de lista, mencionaban el nombre de una persona y el grupo gritaba “presente”, pero también, en lugar de mencionar un nombre, quien hacía el pase de lista gritaba, “desconocido o desconocida”, y el grupo respondía, “presente”.
"Nos preguntamos cómo la gente pasa por aquí, como le hacen los paisanos, paisanas para cruzar estos lugares”, dijo Padilla en el quinto día de la caminata.
En el camino, vieron ropa y algunos artefactos que los migrantes han dejado atrás, lo que los hace saber que todavía hay personas que están cruzando. Todavía hay gente que está sacrificando su vida por llegar aquí, relató Padilla.

Activists participate in The Migrant Trail from May 26 to June 1 across the Sonoran Desert.
Desde las últimas cuatro o cinco décadas, se viene hablando de un sistema de migración que no funciona, entonces, ¿por qué no arreglarlo?, cuestionó Padilla. Pareciera como que no existe ese deseo de arreglarlo porque les conviene tener personas que trabajan con poco sueldo, agregó.
Sobre la política migratoria actual, Padilla consideró que están terminando la forma de defender los derechos de los migrantes en Estados Unidos, sin embargo, seguirán abogando para que se cambie eso.
De 1990 a la fecha se han encontrado los restos de 4,384 personas, según cifras de Fronteras Compasivas.
Al preguntarle sobre la principal causa de muerte, respondió que la información que les ha dado el médico forense es que es por deshidratación, pero también por la noche hace mucho frío, además de otros peligros por animales en el desierto.
En 2001 se recuperaron los restos de 79 personas en la frontera de Arizona. Para 2005 esa cifra superó los 200 y desde entonces, casi 20 años después, la frontera militarizada sigue siendo tan mortífera como siempre, explicó Wilson.
En enero, al inicio de la administración del presidente Donald Trump, se anunció el envío de 1,500 militares a la frontera sur de Estados Unidos con México. En abril, el gobierno ordenó al Ejército de EEUU ocupar terrenos federales y arrestar a las personas que cruzan la frontera de forma no autorizada.
El domingo el grupo llegó a Tucson, al parque John F. Kennedy donde los esperaban de diferentes organizaciones al igual que cada año para celebrar su llegada.
Las 43 personas no solo caminaron por donde mueren cuerpos, sino donde mueren sueños, donde se desintegran familias —el desierto, donde el clima no perdona.
Esta caminata no acaba con las muertes de migrantes. Los recuerdan con un pase de lista y se les honra. Quienes fallecieron en el desierto no pudieron llegar a Tucson, pero el grupo sí, en memoria a ellos.
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