Comentario: Oda al bolillo

Cuando voy al DF (para mí siempre será el DF, no me importa que ahora le cambiaran el nombre a CDMX), lo primero que hago es buscar un lugar donde echarme una torta. 

De preferencia le caigo a la Choza Encantada o a la Torta Loca en Sotelo en donde vivía, pero hay muchos otros lugares de donde escoger. Porque las tortas en México no se comparan con ninguna, incluyendo el bolillo que es pan sagrado de la ciudad. 

No por nada existe la guajolota o torta de tamal, la cual consiste en introducir un tamal en el bolillo, o la torta de chilaquiles, que contiene los pedazos de tortilla dorados y ensalzados dentro del recipiente para ir comiendo o disfrutar la merienda rica en carbohidratos. Las dos tortas son delicias de la capital, que muchas veces causan risa o curiosidad, al igual que memes y videos en los medios sociales. 

El bolillo también se utiliza para hacer molletes, que por alguna razón no existen en el menú de muchos restaurantes mexicanos en Los Ángeles, lo cual no me explico por qué. Por suerte he encontrado unos molletes bastante deliciosos en Sed Cocina en Montclair. Nada más que ellos ponen el queso primero antes de poner los frijoles. Muchas veces los molletes también incluyen chorizo o jamón, pero yo los prefiero sencillos con frijoles, queso y pico de gallo. 

Los bolillos de la Ciudad de México tienen una consistencia crujiente ideal para las tortas que no he podido encontrar de este lado del río Bravo, pero todavía no he podido ir a TortaMóvil. Espero encontrar un lugar que me recuerde aunque sea un poquito a las tortas de mi ciudad natal, con los frijoles delicadamente embarrados en el bolillo, el jamón o salchicha asados, el aguacate, el jitomate, la cebolla y chile chipotle o rajas, dependiendo del día. No sé si sea la harina o el modo de preparación, pero los bolillos en Los Angeles son un poco más suaves, que a la hora de guisar la torta no tienen la misma textura.

El bolillo es un pan sencillo, pero con mucho significado para los que han sabido disfrutarlo. Qué lástima que a Richard Hart, panadero inglés y dueño de Green Rhino en la zona más gentrificada del DF, la colonia Condesa, no haya sabido apreciarlo, porque yo llevo años extrañando la perfecta combinación de ingredientes que hacen del bolillo un placer.

Hart ya se disculpó por su comentario de decir que México no tiene cultura panadera, pero ofender al bolillo es como ofender el mero mero corazón de la ciudad donde vino a ofrecer sus grandiosos panes.